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La idea de los jóvenes fue ofrecer un espacio de fiesta y encuentro abierto a todos los habitantes de la capital alemana: desde las periferias hasta el centro, personas de todas las edades y de varias nacionalidades participaron en esta fiesta de la convivencia, rechazando la lógica del miedo y de los muros que en estos últimos tiempos se está abriendo camino en Europa.
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Fue emocionante el testimonio de Mohammed y George –uno musulmán y el otro cristiano–, que en Alepo tocaban juntos en un grupo de música y que se volvieron a encontrar en Berlín, donde finalmente han vuelto a estar juntos. La música también puede ayudar a construir puentes.
Historias de fuga de la guerra, de integración en Alemania, de amistad con los ancianos y los pobres, historias de puentes: desde Neukölln los jóvenes lanzaron un mensaje: ellos que son el futuro de Europa quieren construir puentes, y no muros.